
Con solo cinco años Luis XIV llegó al trono de Francia siendo un niño, y los nobles aprovecharon aquella situación para sublevarse contra el poder real. A raíz de aquello el pequeño Luis le cogió miedo a París y años después decidió dejar el palacio del Louvre y construirse una residencia fuera de la ciudad, cerca pero lo suficientemente lejos como para sentirse protegido. El resultado fue un magnífico palacio con unos jardines como no se habían visto nunca, una residencia a la altura de la gloria del Rey Sol, que estaba a punto de convertirse en el soberano más poderoso de Europa: Versalles, el palacio que deslumbraría al mundo entero.
¿Qué os parecería descubrir este lugar como nunca podríamos hacerlo estando allí? Para empezar, muchos de los espacios de Versalles están cerrados al público, y las distancias en los jardines son tan grandes que es imposible visitar en un solo día ni una parte de lo que hay allí: los maravillosos bosquetes (cerrados si se visita de día), el pequeño y el gran Trianon, la encantadora aldea de María Antonieta…
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